"LUCES Y SOMBRAS DE LA PLANEACIÓN EN LA COMUNA 6"
Se han llevado a cabo en la Comuna 6
– Doce de Octubre los llamados “Talleres de recolección de insumos”, cuyo
propósito es obtener de parte de agentes sociales, organizaciones y de la
comunidad en general, iniciativas que alimenten la ruta de la planeación local
y el Presupuesto Participativo, en la búsqueda de resolver las problemáticas,
satisfacer las necesidades y aprovechar las oportunidades de nuestro territorio
para el año 2021.
El espíritu de dichas sesiones se
basa en la participación abierta y democrática y en la garantía institucional
que ello suceda, en virtud de la búsqueda de un bienestar colectivo, amparado
tanto en las normas y en las leyes, así como en la esperanza de un horizonte de
vida positivo, que es al fin y al cabo, el objetivo de toda planeación social,
mucho más cuando comprometen recursos e instituciones públicas y por supuesto,
a la comunidad, la cual se espera sea la gran beneficiada, pues no son más que
sus aportes económicos y políticos, los que posibilitan la existencia de toda
esa estructura de gestión.
No obstante el carácter altruista
con que es dispuesta toda la normativa, cruzada por un acuerdo municipal y un decreto
reglamentario, ha derivado en un ejercicio improvisado, casi accidentado, no
solo debido a las condiciones técnicas y tecnológicas propiciadas por el uso de
medios digitales, para el desarrollo de las sesiones, sino también por la
amañada interpretación de la planeación, cuyas prácticas, han convertido la
participación organizada, en la simple concurrencia digital de una muchedumbre
soslayada; han trastocado la unidad sectorial en sectarismo y han degradado el
interés comunitario en personal; todo ello, con afortunadas, pero escasas excepciones.
La lamentable infraestructura de
equipos y conexiones que ha puesto en relieve la pandemia, dista de los
discursos que nos ubican como una sociedad que cruza navegando el “Valle del
Software”, a la máxima velocidad de la “Cuarta Revolución Industrial”. Así, la
intervención plural queda restringida a la tenencia de un computador, un
celular inteligente o a la conexión a Internet; limitando el aporte de cientos
de personas que por desconocimiento, por incapacidad o por pobreza, no cuentan
con acceso a las virtudes de la tecnología digital. A ello se suma la
metodología abrupta y desesperada, asumida por una Junta Administradora Local
insegura, dubitativa y errática, en la cual algunos hablan, otros presentan,
pocos se ven, todos opinan y nadie realmente participa.
Las sesiones se han organizado por
sectores, tratando de delimitar los alcances de la planeación, a las causas y
posibles soluciones a los hechos, que de antemano se conocen (o se dicen
conocer) y que están plasmados en los diagnósticos y proyecciones del Plan
Estratégico local. Sin embargo, lo que debió ser un ejemplo de trabajo en grupo,
de escenarios compartidos, diálogos comunes, acuerdos previos y fines
consecuentes; cambió a la presencia de una masa informe, sin discursos
congruentes, que dejó en manos de la fanática e intransigente defensa de proposiciones
de último momento, lo que debió ser una sólida propuesta, conjunta y coherente,
que demostrara un trabajo comunitario previo con los agentes del sector, de cara
al beneficio colectivo.
La búsqueda sin modestia de un
beneficio propio en las jornadas, asocia los nombres de los proyectos al de los
posibles contratistas y operadores, donde el deber institucional de la
Secretaría de Planeación, solo alcanza a la tímida mención de la viabilidad
técnica y financiera, como si de ello se marginara lo social, y cuya máxima
responsabilidad legal, delegada a la Junta Administradora Local, se disipa y
desconoce al ser testigo mudo del espectáculo de la repartición de los recursos.
No hay nada mejor que resuma todo lo
anterior, como la desazón que provocaron las frases vehementes del presidente
de Asocomunal, autonombrado líder, representante del deporte y la recreación en
la Comuna, director del periódico comunitario local y reconocido contratista de
recursos públicos; el cual aseveró con criterio policivo, “Hoy tenemos que
recuperar a los jóvenes de aquellos que apoyan el microtráfico en la comuna y
que también se camuflan como artistas”, para rematar en el marco de su fervor
moralista, “Tenemos que recuperar los jóvenes de este territorio, para que no
sigan consumiendo y estar cayendo en las drogas.”
Esa persona y ese hecho, representan
el triste diagnóstico de la planeación en la Comuna: se realiza bajo unas
precarias condiciones, bajo la insuficiencia funcional de la Administración, con
una estructura social anclada en la defensa sectaria de las ideas y con la
incompetencia política de un interés egoísta y moralista. Así ha sido desde la
implementación del Plan Estratégico local, así fue antes de él y lo seguirá
siendo en los próximos años, mientras no exista una remoción estructural de
todos los poderes que blindan como legal, el ejercicio ilegítimo del festín del
presupuesto.
Quizá aquel consejero,
“gente de bien”, que estigmatiza peligrosamente a los artistas y les degrada su
vida a burdos narcos, deba saber que lo que hay que recuperar no son los
jóvenes bajo su redil delirante de práctica moral, sino la institucionalidad
democrática, tan mancillada detrás de los discursos inconsecuentes con el
Estado Social de Derecho, y cumplir, de una vez por todas en los hechos, lo que
él mismo pregona, no sin una gran dosis de cinismo e hipocresía: “Tenemos que
aprender a mirar al otro con respeto y construir con él.”
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